La anciana, miembro de una familia ancestral que pobló hace mas de un siglo el paraje, limítrofe denominado San Miguel dentro del territorio Salteño y que fuera lanzada del rancho que habitaba, fue nuevamente desalojada por la justicia Salteña y esta vez los policías contratados por la multinacional que aduce haber comprado las tierras, la levantaron en andas y la arrojaron a la septuagenaria del otro lado del Canal de Dios, fuera del territorio salteño en lo que sería una clara violación de los derechos humanos. En efecto la humilde e indefensa mujer después de haber sido desalojada, acorralada y sin tener donde ir, desesperada como los animales vuelven a la querencia, por instinto regreso al lugar donde nació y siempre vivió, donde dormía sobre los escombros del rancho que lo habían desarmado. El juez en lo que habría sido un tramite sumarísimo, reitero la orden de desalojo y esta vez policías y civiles contratados por la empresa, en lo que fue un cruel procedimiento consentido por la justicia, alzaron en andas a la frágil anciana y a la arrojaron por detrás del canal de Dios, dejándola abandonada y expuesta a las inclemencias del tiempo. Hay una ley que prohíbe los desalojos de pobladores ancestrales por el término de cuatro años. Pero eso de nada valió y como se publico en la edición anterior en la argentina empresarios de alto hándicap se apropian con apoyo político y judicial de las chacras que campesinos habitaron y trabajaron por generaciones. Este es uno de esos casos, donde la ley priva de sus derechos a los mas débiles, porque no los ejercen y la justicia se apura en dictar sentencia a favor de los más fuertes. Mas allá del derecho invocado el caso de doña Rosalía Gómez, constituye una siste-mática y deliberada violación de los derechos humanos.La anciana discapacitada, sin posibilidad de valerse por si misma, fue lanzada de su casa por orden de un juez de la ciudad de Metan, quien en su condición de administrador de justicia, debería de haber humanizado la extrema medida judicial, garantizando la seguridad y la salubridad de la anciana y es su deber, evitar la crueldad del acto de justicia invocando, que cuando se aplico con exceso, dejando en situación de indefensión habitacional y social a una anciana discapacitada y desvalida. No vamos hacer apología cuestionando si es justa o no el desalojo, ordenado por el Magistrado ni que hay detrás del expediente, que es de imaginar cuando entre los que litigan, hay de un lado, inocencia, ignorancia y pobreza y del otro dinero, influencias, abogados y desmedidas ambiciones. Más allá del trasfondo judicial de lo justo o no de la medida, ningún cristiano bien parido puede ser indiferente a lo sucedido a doña Rosalía Gómez de 74 años, que todos reconocen, nació y vivió en ese lugar donde a pesar del desalojo y sin tener donde más vivir se acomodo sobre los escombros del rancho que tiraron abajo, donde cuentan los vecinos, dormía tendiendo una lona en el suelo y noticiado el juez en lo que habría sido un pronto despacho, volvió a librar oficio del desalojo de la anciana y esta vez en nombre de la justicia se consumo un acto de desprecio por la vida humana cuando alzaron a la anciana en andas y la tiraron del otro lado del Canal de Dios, en territorio que aun no estaría delimitado pero que pertenecería a la provincia de Santiago del Estero.
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