Los ferroviarios deberíamos sentirnos orgullosos de saber que nosotros formamos parte de la historia de los pueblos, comenzó diciendo al periódico “El Santiagueño” don Juan Santos Luna. Un ferroviario jubilado y escritor que desempeño por muchos años el cargo de jefe de estación del la ciudad de Tintina. El hombre cuya edad ronda los 80 años y que actualmente reside en Quimili, expreso que un pedazo de su vida dejo en esa estación, hoy reacondicionada y destinada al funcionamiento de la municipalidad, y aseguro que en esas paredes quedaron guardado, muchos desvelos, sueños y esperanzas. “De mi paso por el ferrocarril hay mucho para decir y me faltaría tiempo para contar, las vivencias que compartí durante mi permanencia en la hoy cumpleañera ciudad donde no vuelvo desde hace más de 15 años, y me entristece el solo pensar que algunos amigos y compañeros de esa época ya no están y de ellos guardo en mi memoria muy lindos y gratos momentos vividos, dijo a la vez que acoto. “En mi memoria guardo lindos recuerdos, como por ejemplo lo que pasaba en el andén de la vieja estación, cuando llegaba el tren pasajero, el andén de la estación se llenaba de gente de todas las edades, era como una recreación, no existía la televisión en los pueblos, algunos esperaban a algún familiar, otros despedían y así nosotros éramos espectadores de esos reencuentros y despedidas cargadas de afectos. Explico que el tren traía sus novedades, a la que también los vecinos de Tintina esperaban, tal es el caso del revistero don Cecilio Chicote que venía y era amigo de todos, su recorrido repartiendo revistas y diarios que se leían hasta quince o mas días después de la fecha de su edición. Otra de las novedades que traía el tren eran los alfajores santafesinos y los chocolates blancos que los vendían en el coche comedor los que eran el deleite de grandes y chicos. Acotando- Eran muchos los que esperaban el tren para comprar y degustar los sabrosos dulces, especialmente las parejas de novios que obtenían el permiso del padre de la novia para alejarse de la casa cada vez que llegaba el tren y recordó don Luna que para entonces es no existía la luz eléctrica y que la mayoría de las estaciones se alumbraban con faroles a kerosene. Indico que para quienes trabajaban en el ferrocarril era normal la asistencia de los abuelos, muchas horas antes que llegara el tren, los que desde horas tempranas participaban de grandes tertulias de comadres, a veces había alegrías y tristezas. Nosotros los ferroviarios sin quererlo éramos espectadores de esos momentos, era una época de gente sana no había malas intenciones si la noticia era buena nos alegrábamos todos.
El obrajero fue uno de los principales motores en la historia del ferrocarril
Don Juan Santos comento que para entonces fueron numerosos los obrajeros que dependían del ferrocarril y que en su mayoría producían durmientes, postes de quebracho colorado, los que eran enviados a los viñedos y que no existían otros medios de transporte.También recordó que el carbón se clasificaba en carbón de primera clase de quebracho blanco para exportar a la provincia de Buenos Aires y que estaba el carbón de quebracho colorado para fundiciones y por último el carbón mezcla, el que era compuesto por leñas de algarrobo y quebracho colorado, que se vendía a todas las provincias. Dijo el entrevistado“Viene también a mi memoria el transporte de huesos para las refinerías y las químicas de Avellaneda y Rosario, y los vagones cargados de cuero con destino a las ciudades de Tucumán, Córdoba, Rosario, Santa Fe, y Bs. As.el ferrocarril “considero que fue uno de los principales transportes de aquellas épocas, donde no existían los caminos, ni tampoco los medios de transportes de ahora, el trabajo forestal se realizaba con carros, zorras, y uno que otro tractor y que desde Tintina, durante años se transporto ganado con destino a la Provincia de Santa Fe, y mulas que eran llevadas a Jujuy para después venderlas a los coyas. Relató Luna que en la década del 60, Tintina contaba con una fábrica de hormas para calzados de quebracho blanco, la que prescindía de los servicios del ferrocarril y que al abrirse la sucursal del Banco de la Provincia se produce un aumento entre las operaciones comerciales de los obrajeros, consignatarios de Córdoba, Santa Fe, Rosario, Bs As., Mendoza, San Juan y es ahí cuando comienza a verse mas movimiento comercial en Tintina. Entre los obrajeros de la época de los sesenta menciono en Lilo Viejo a Jorge Neme, Antonio Neme, y Palmiro Neme de Patay a los Hnos Figueroa, de Quilumpa a Gelossi Hnos., de Granadero Gatica a Rafael Torrens, de Libarona a Salomón Rumie, de Hasse a Pedro Parea, de La Juanita Luis Kieto, de Tintina Jorge Vitar, Mussa Vitar, Calmo Vitar, acopiadores de postes, de Aluhampa Gerardo Lugones, Chaley S.R.L. y de El Tanque, Delivacich e hijos, entre otros. Y dijo a todos estos trabajadores del obraje no puedo dejar de mencionarlos porque fueron quienes pusieron su granito de arena para que muchas familias pudieran llevar el sustento a sus hogares, en esos tiempos era lo más inmediato para trabajar y agrego “Gracias a Dios la tecnología hoy brinda numerosas oportunidades a los jóvenes, pueden estudiar y tener más posibilidades de tener un trabajo digno. Por último el notable entrevistado a modo de despedida textualmente expreso “Desde el humilde lugar que ocupo quiero saludar a los habitantes de la ciudad de Tintina, deseandoles un feliz cumpleaños.
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